En un escenario donde la alta relojería suele rendirse ante la solemnidad técnica y la precisión extrema, Hermès irrumpe con una propuesta que desborda encanto, ingenio y savoir-faire. Durante Watches and Wonders 2025, la Maison francesa capturó todas las miradas con una creación que se aleja de lo convencional: el Arceau Rocabar de rire, una oda lúdica al universo ecuestre que celebra la fantasía y la maestría artesanal en una coreografía de crin, oro, pintura y humor.

Este reloj no solo marca el tiempo; lo transforma en un espectáculo. En el centro de la esfera, un caballo burlón —imaginado originalmente por Dimitri Rybaltchenko para el carré Rocabar de rire— toma protagonismo con una expresión que despierta sonrisas: posa con altivez y, al accionar el pulsador ubicado a las 9, saca la lengua como si jugara con su propio reflejo. Esta animación, grabada y pintada a mano, le otorga a la pieza una vivacidad inusual, convirtiendo cada vistazo en un momento de asombro.

La esfera se presenta como un escenario textil tridimensional gracias a la delicada marquetería de crin sobre una base de latón, donde los artesanos han seleccionado, cortado y colocado manualmente cada hebra de crin para recrear el diseño de la tradicional manta a rayas Rocabar, emblema de la herencia ecuestre de Hermès. El resultado es un entramado que funde color, textura y profundidad con una sensibilidad casi pictórica.

El Arceau, con su icónica caja redonda y asas asimétricas inspiradas en un estribo —creación original de Henri d’Origny en 1978—, sirve aquí como lienzo perfecto para esta fantasía en miniatura. Con un diámetro de 41 mm y realizado en oro blanco, el reloj alberga en su interior el movimiento automático de manufactura Hermès H1837, visible a través del fondo de zafiro, donde los puentes satinados y la masa oscilante decorada con la H revelan la dedicación a los más altos estándares de acabado.

Entre micropinturas cocidas al horno, grabados con buriles tradicionales y una ejecución artesanal que desafía la paciencia y precisión humanas, Hermès propone más que un guardatiempo: una historia animada en la muñeca, limitada a tan solo 12 ejemplares numerados que elevan lo inesperado al rango de obra de arte.

Finaliza esta sinfonía visual una correa de aligátor azul abisal que resalta los matices antracita, rojo y paja del diseño. El Arceau Rocabar de rire no es solo una pieza de relojería, sino un recordatorio poético de que el tiempo —cuando se vive con elegancia y humor— puede ser, también, un juego.