Chanel volvió a brillar en el Grand Palais para su desfile de ready-to-wear, marcando su regreso a este emblemático espacio después de cuatro años. Aunque la vacante en el puesto de director creativo sigue siendo un tema candente en la industria, el espíritu de Chanel permaneció intacto en cada prenda presentada.
La colección de primavera se inspiró en el propio Grand Palais, con piezas que capturaban la elegancia y grandiosidad del lugar. Un ejemplo notable fueron los tejidos a mano que replicaban los intrincados detalles de hierro y acero de la estructura Art Decó del edificio. La colección destacó por su sensación de ligereza, con faldas que revelaban sutilmente las piernas gracias a aberturas frontales, delicados cuellos hechos de suaves plumas y capas de gasa que flotaban con cada movimiento. Los zapatos de plataforma añadieron un toque juvenil a los estilismos, aportando una frescura moderna a los clásicos de Chanel.
El escenario del desfile, dominado por una enorme jaula de pájaros en el centro del espacio, fue un guiño a la campaña icónica de 1991 protagonizada por Vanessa Paradis. Las modelos desfilaban en torno a esta jaula, recordando la larga tradición de la maison. Chanel sorprende al reinterpretar sus clásicos: los emblemáticos trajes de tweed se renovaron en tonos pastel, y el tradicional conjunto de falda fue sustituido por un moderno traje de shorts. Otra sorpresa fue la inclusión de denim negro decorado con lentejuelas, que aportó un toque casual a la sofisticada propuesta en la pasarela.
Los looks de noche no se quedaron atrás, con mezclilla adornada con capas de plumas y monos de tweed brillante complementados por colas de gasa que aportaban un aire etéreo. La colección finalizó con un impactante cierre en el que Riley Keough interpretó «When Doves Cry» de Prince, desde un columpio en la jaula central.
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