Si antes el lujo en la hotelería se medía por la opulencia de sus habitaciones o la espectacularidad de sus vistas, hoy el verdadero signo de sofisticación se encuentra en la mesa. La alta gastronomía, entendida como una experiencia sensorial y cultural, ha dejado de estar reservada a los grandes restaurantes urbanos y ha encontrado en los hoteles su escenario más exquisito. En este nuevo paradigma, Nayara Alto Atacama se consagra como un referente, llevando los sabores del desierto chileno a una dimensión de lujo sereno y profundamente conectado con el territorio.
Ubicado en uno de los escenarios naturales más sobrecogedores del planeta, Nayara ha sabido interpretar la esencia del entorno y traducirla en una propuesta culinaria donde cada ingrediente cuenta una historia y cada preparación dialoga con el paisaje. Aquí, el lujo no está en el exceso, sino en la pureza del producto, en su origen noble y en la manera respetuosa y técnica con que se transforma en el plato.
Alta Cocina que Rinde Tributo al Desierto
La oferta gastronómica de Nayara se construye desde el entorno. Los chefs del hotel trabajan con ingredientes ancestrales como la quinoa, la rica-rica, el algarrobo y los frutos de chañar, integrándolos en preparaciones que equilibran modernidad y tradición. El restaurante Ckelar, epicentro culinario del hotel, presenta una carta que cambia diariamente, siguiendo las cosechas y respetando los ritmos de la tierra.
Cada plato es ejecutado con una precisión casi quirúrgica. Desde los ceviches de pesca del día infusionados con hierbas andinas hasta los guisos de cordero magallánico en reducción de vino y chañar, todo está pensado para que los sabores se sucedan de forma armoniosa, elevando la experiencia desde el primer bocado hasta el último sorbo. Los postres, livianos, aromáticos y cargados de notas cítricas y herbales, cierran las comidas sin saturar, dejando en el paladar una sensación de ligereza y elegancia.

Menús que se Convierten en Rituales
En Nayara, cada servicio —desayuno, almuerzo, cena y coctelería— se vive como un rito. Por las mañanas, se despliega una cuidada selección de jugos naturales, panadería artesanal y preparaciones calientes con insumos locales, que anticipan un día de exploración en el desierto. Al mediodía, la propuesta es fresca, con platos livianos y coloridos que celebran las verduras de altura y las proteínas magallánicas. Y por las noches, la experiencia se torna íntima, con menús de tiempos pensados para disfrutar sin prisa, acompañados de vinos del Valle de Elqui y Atacama, y cocteles diseñados en torno a las hierbas y frutos nativos.
La carta de coctelería merece una mención especial: infusiones de rica-rica, destilados de origen y combinaciones sutiles que reinterpretan clásicos desde una mirada local, convirtiendo cada copa en un relato del desierto.
La Nueva Definición de Lujo Gastronómico
El verdadero lujo hoy no se ostenta, se siente. Y en ese sentido, Nayara Alto Atacama ofrece una de las experiencias gastronómicas más sofisticadas y auténticas de Sudamérica. Aquí, el placer no está solo en el sabor, sino en el relato detrás de cada ingrediente, en la técnica impecable que respeta la identidad del producto y en el entorno majestuoso que enmarca cada comida.
En un mundo donde los hoteles de alta gama buscan diferenciarse no solo por su estética o servicios, sino por ofrecer vivencias memorables, la cocina de origen y sensibilidad contemporánea de Nayara marca un estándar. Porque en este rincón del desierto, comer es mucho más que alimentarse: es un acto de conexión con la tierra, de respeto por sus raíces y de celebración de un lujo que se expresa desde la honestidad de los sabores.

