La nueva colección ready-to-wear de Hermès, bajo la dirección creativade Nadège Vanhée, encarnó la esencia de un verano lleno de sofisticación y comodidad, donde la sensualidad discreta se expresó a través de cada prenda. La propuesta de Vanhée se centró en una conexión íntima con la piel, dejando de lado las referencias históricas y apostando por una interpretación moderna y lujosa de las transparencias.
Una de las piezas clave de la pasarela fueron los pantalones de malla translúcida, diseñados para ser fluidos y con cremalleras laterales que permitían convertirlos en faldas largas, aportando dinamismo y versatilidad. Estas prendas se complementaron con chaquetas de cuero ultrafinas, casi como algodón, que se dejaban abiertas sobre tops estilo sujetador o que tomaban formas más estructuradas con cinturones en la cintura. Las siluetas deportivas y relajadas crearon un equilibrio perfecto entre comodidad y distinción, manteniendo el ADN refinado de Hermès.
Destacó también la inclusión de modelos de diversas tallas, un gesto significativo en una temporada donde muchas pasarelas parisinas volvieron a mostrar estándares de belleza más tradicionales.
Otro elemento central fue el uso del icónico twill de seda de Hermès, que apareció tanto en vestidos camiseros con hombros de cuero como en monos ligeros, ideales para las vacaciones. Los patrones gráficos de los famosos pañuelos de la maison se reflejaron en vestidos de cuero trenzado y en piezas de malla bordada, todo en tonos neutros y cálidos que evocaban la luminosidad del verano.
El calzado no pasó desapercibido, con elegantes botas de montar y sandalias tipo zueco que combinaban funcionalidad con un toque juguetón. La colección de Hermès reafirmó su capacidad para fusionar sensualidad y practicidad, ofreciendo a las mujeres modernas prendas versátiles, pensadas para el verano, que logran capturar tanto el lujo como el confort en cada detalle.
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